Me embarqué en un velero,
Y fui en busca de mi amada,
Surqué el mundo entero,
Pero no encontré nada.
Una tormenta de verano,
Hizo mi barco naufragar,
Me voy sin pedir su mano,
¿Es un pecado amar?
Mas cuando pensé que moría,
La luna me dio cobijo:
"Sube antes de que llegue el día,
Navegaremos rápido", me dijo.
Me llevó hasta un puerto lejano,
Y allí la encontré dormida,
Si uno de sus besos gano,
Ya tendrá color mi vida.
Jb Love
lunes, 19 de enero de 2015
viernes, 16 de enero de 2015
Tu sangre es mi destino

Y sé que tu corazón es de otro, de ese tal Jonathan Harker, por él he visto cuán glorioso es el amor, si es a Mina a quien se ama.
Y ya no tienes que fingir que me temes, pues he ahondado en tu corazón, no debes reprimir tus besos, pues este momento nos pertenece.
Sé mi princesa enamorada, ya no hay Drácula sin esposa, no tendrás rival en mi castillo, ni enfermedades que te consuman. Ahora ya eres mía, Mina Harker, no opongas resistencia, ahora eres mía, amada mía...y tu sangre es mi destino.
martes, 6 de enero de 2015
Locuras de año nuevo
Traté de describirte, igual que tantas otras veces, al amparo de una taza de café, a fin de entender el misterio de tus ojos.
Traté de conocerte, si es que eso era posible, pues, ¿quién entiende el amor? Y, sin embargo, eso es lo que tú eres.
Conté los segundos que pasé a tu lado, apenas veinticinco y fueron un mundo de experiencias y sensaciones al límite. ¿Qué hay en tus ojos sino belleza y luz? Probé a vivir sin ti y morí mil veces en ese minuto. Traté de no mirar tu rincón en la cafetería, pero no pude y odié a cada una de las personas que ocuparon tu puesto esa mañana, la mañana que decidí decirte lo que sentía si es que el destino me permitía volver a verte. ¿Verte? ¿Hay algo que supere volver a verte? Recorrería caminando el mundo entero de un extremo al otro si supiera que al final te encontraría. Miento. Lo haría corriendo.
Pero no hizo falta tal locura, pues ahí estabas tú de nuevo, con un libro entre tus manos y tu sonrisa al pedir un café. Todas las cosas importantes me pasaron con un café como testigo, como cuando me senté en la mesa de al lado y te pregunté si te gustaba ese libro.
Has leído casi mil libros desde ese día, algunos eran míos y otros te los he regalado yo, pero ya no te pregunto si te gustan. Simplemente me besas.
Traté de conocerte, si es que eso era posible, pues, ¿quién entiende el amor? Y, sin embargo, eso es lo que tú eres.
Conté los segundos que pasé a tu lado, apenas veinticinco y fueron un mundo de experiencias y sensaciones al límite. ¿Qué hay en tus ojos sino belleza y luz? Probé a vivir sin ti y morí mil veces en ese minuto. Traté de no mirar tu rincón en la cafetería, pero no pude y odié a cada una de las personas que ocuparon tu puesto esa mañana, la mañana que decidí decirte lo que sentía si es que el destino me permitía volver a verte. ¿Verte? ¿Hay algo que supere volver a verte? Recorrería caminando el mundo entero de un extremo al otro si supiera que al final te encontraría. Miento. Lo haría corriendo.
Pero no hizo falta tal locura, pues ahí estabas tú de nuevo, con un libro entre tus manos y tu sonrisa al pedir un café. Todas las cosas importantes me pasaron con un café como testigo, como cuando me senté en la mesa de al lado y te pregunté si te gustaba ese libro.
Has leído casi mil libros desde ese día, algunos eran míos y otros te los he regalado yo, pero ya no te pregunto si te gustan. Simplemente me besas.
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